Un nuevo planteamiento surge alrededor del caso Bulger, la brutal muerte de James Bulger, un niño de dos años, a manos de dos chicos de diez años en 1993 en Reino Unido. Los expertos e investigadores del suceso se preguntan si realmente esos niños pudieron nacer malévolos o si sus padres y educadores fueron parte responsable del crimen que cometieron.
La policía estaba segura que de que Jon Venables y Robert Thompson, los dos niños de diez años que acabaron con la vida de James Bulger tras secuestrarlo en un centro comercial aprovechando un descuido de su madre para después golpearlo y abandonar su cadáver en las vías de un tren para simular un accidente, eran los asesinos más jóvenes de Reino Unido.
No encontraron explicación razonable para justificar las atrocidades cometidas, por lo que su versión fue que los niños eran malévolos. Ahora, y a raíz de la detención de Venables después de 17 años por cometer un grave crimen sexual, lleva a expertos en el caso a plantearse no sólo si realmente pueden ser reinsertados con eficacia en la sociedad, sino también que quizá el mal no creciese en los dos niños de forma innata, sino que su entorno familiar fue tan responsable del asesinato de Bulger como los pequeños. Esa es la hipótesis que el Daily Mail maneja tras investigar el pasado de los niños.
Según esta teoría, los niños asesinos tienen algo en común: similares antecedentes familiares. Con esto, no quiere decirse que todo niño que crece en un hogar roto y violento, con una familia caótica, vaya a convertirse en un peligro para la sociedad, pero sí que se sabe que la probabilidad es mayor que si es educado en un entorno estable.
El pasado familiar de los asesinos de James Bulger pasó en su momento inadvertido. Al ser juzgados en un tribunal de adultos, sus padres y su ambiente se consideraron poco importantes.
Robert era el quinto de siete hermanos. Soportó durante su adolescencia que su padrastro, alcohólico agresivo, maltratase a su madre provocándole incluso un aborto. Su madre también se dio al alcohol. Los informes aseguran que Robert “creció con miedo a los demás”
Jon Venables aterrizó en el mundo en el seno de un hogar roto. Sus padres se divorciaron cuando tenía tres años. Su madre frecuentaba los bares y su padre era aficionado a vídeos de ultraviolencia y pornografía.
Queda preguntarse ahora qué estaríamos leyendo de Jon Venables y Robert Thompson de haberse criado en un hogar distinto.
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Lo que podría parecer una simple pesadilla de un niño corriente fue el adelanto de un brutal crimen. El diario británico Daily Mail ha difundido este lunes el dibujo que hizo Jon Venables, asesino del pequeño James Bulger, pocos días antes de cometer el atroz asesinato junto a Robert Thompson. En la imagen, hallada en la casa del padre de Venables, se muestra a un hombre con unos cuchillos reduciendo a dos personas cubiertas de sangre. Además, hoy la madre de James Bulger, Denise Fergus, ha pedido la dimisión de los responsables de la vigilancia del asesino de su hijo.
El dibujo, que Venables llamó "La casa de mis padres", muestra a un atacante con dos grandes cuchillos, uno en cada mano, reduciendo a dos personas que se encuentran en el suelo cubiertas de sangre.
La imagen, hallada en la casa del padre de Venables e inspirada en la película Halloween, muestra los pensamientos de un chico de 10 años acostumbrado a los malos tratos y que se crió en un hogar disfuncional.
Junto al dibujo aparece un texto, escrito por el propio Venables, que con numerosas faltas de ortografía y errores gramaticales describe la escena del film de terror.
El dibujo, al parecer, lo hizo días antes de que junto a Thompson llevaran a cabo el atroz asesinato de James Bulger, que en aquel entonces tenía sólo dos años.
El pasado miércoles, Venables volvió a ser detenido en Reino Unido debido a unas "acusaciones extremadamente graves", según aclaró en su día el ministro de Justicia británico, Jack Straw. La prensa británica explicaba días después que el arresto respondía a un "grave crimen sexual".
Según publica el Daily Mail, este lunes, el ministro Straw podría ofrecer más información respecto a la detención de Venables.
Precisamente, la madre de James Bulger, Denise Ferguson, espera reunirse con el ministro Straw para que le aclare que ha pasado con las nuevas acusaciones que recaen sobre el asesino de su hijo. La mujer ha explicado que lo primero que le preguntará a Straw será porqué se ha tenido que recordar de nuevo la historia de James. No ha querido dar más pistas sobre las cuestiones que planteará al mandatario para que no tenga tiempo de preparar sus respuestas.
Ferguson, en su primera entrevista en televisión tras la detención de Venables, ha exigido el cese de los responsables de su vigilancia. Además, ha dicho que si las acusaciones de delito sexual, que se rumorean recaen sobre el asesino de su hijo son ciertas, pasará mucho tiempo en prisión como debería haber ocurrido desde el principio.
También se ha mostrado contraria a que se le facilite a Venables una nueva identidad porque "ya nos hemos gastado suficiente dinero en él". "Los tres millones que nos ha costado ya se podían haber invertido en personas que lo necesitan más, por ejemplo, niños enfermos".
Fergus ha explicado que de nuevo no puede dormir y que ha dejado de comer. Además, ha tenido que sacar a sus hijos de la escuela y todo a raíz de la nueva detención de Venables.
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¿Hasta cuándo será culpable?
14/03/2010
Por Walter Oppenheimer - Londres
Reino Unido debate sobre el trato penal a menores - Jon Venables, condenado hace 17 años por asesinar al pequeño James Bulger, detenido de nuevo.
¿Anonimato o publicidad? ¿Rehabilitación o castigo eterno? ¿Justicia o venganza? ¿Hay que exponer en la plaza pública a un niño asesino? O, al contrario, ¿hay que elevar la edad a la que un niño puede ser juzgado como un adulto? Estas y muchas otras preguntas han acompañado el revuelo generado en Reino Unido la noticia de que Jon Venables, uno de los dos niños que en 1993 asesinaron a James Bulger, de dos años, ha vuelto a prisión. Venables estaba en libertad porque él y Robert Thompson tenían sólo 10 años cuando se llevaron de un centro comercial de Bootle, cerca de Liverpool, al pequeño James, lo torturaron y mutilaron hasta la muerte.
Juzgados como si fueran adultos, Thompson y Venables se convirtieron en los culpables de asesinato más jóvenes de la historia de Reino Unido, y fueron encerrados hasta su mayoría de edad. Tras ser condenados, el juez permitió que los medios divulgaran su identidad e incluso las fotografías que les hizo la policía al ficharles. En 2001, cuando al cumplir 18 años podían haber sido enviados a una prisión convencional, la Justicia les consideró rehabilitados y fueron puestos en libertad condicional. El Estado les garantizó entonces el anonimato.
Pero, la semana pasada, el Ministerio de Justicia anunció que Jon Venables había sido detenido por violar las condiciones de su libertad condicional, sin especificar los motivos. El ministro de Justicia, Jack Straw, explicó que esa drástica decisión se tomó porque sobre Venables, que tiene ahora 27 años, recaían "acusaciones extremadamente graves".
La noticia reabrió viejas heridas que en realidad nunca han cicatrizado. La madre de Bulger, Denise Ferguson, exigió que Straw explicara esas acusaciones, pero éste se negó. No sólo para seguir protegiendo el anonimato de Venables, sino para impedir que, si es identificado, sus abogados puedan alegar que es imposible que tenga un juicio justo y acabe siendo absuelto.
Pero la hiperactiva prensa británica se lanzó a la caza y, tras afirmar primero que había sido arrestado por una pelea, ha tomado cuerpo la creencia de que ha sido acusado de tener pornografía infantil en su ordenador.
"El debate está empezando a girar en torno a si deberíamos o no saber lo que está pasando y cuánto de eso deberíamos saber", explica Ian Loader, director del Centro de Criminología de la Universidad de Oxford. "Están emergiendo dos corrientes de presión pública. Una que dice que deberíamos saber de qué se le acusa; esa sería la posición del diario The Sun. Y alguna gente, aunque muy poca, quiere que se le identifique. La posición del Ministerio de Justicia, y creo que tiene razón, es que no podemos saber de qué se le acusa porque, si realmente se le acusa de tener pornografía infantil, no puede haber muchos jóvenes de 27 años que vayan a comparecer ante los tribunales en los próximos dos o tres meses acusados de eso. Si sabemos cuál es el delito, inmediatamente será identificable. Y sus abogados probablemente serán capaces de demostrar que hay tanta presión que no hay forma de que pueda ser sometido a un juicio justo, lo que pone en peligro la posibilidad de que sea juzgado".
Loader opina que las cosas serían muy diferentes "si la identidad de los niños no hubiera sido revelada nunca y no hubieran sido juzgados en un tribunal de adultos, lo que hizo que el caso tuviera un impacto social mucho mayor". "Recientemente dos niños torturaron casi hasta la muerte a otro niño en el norte de Inglaterra. El asunto tuvo bastante publicidad, pero ninguno de los implicados ha sido identificado, y eso ha ayudado a moderar sus consecuencias.
El caso Bulger, en cambio, se ha convertido en una metáfora que nos sigue persiguiendo y que nos está llevando a un tipo de política de ley y orden mucho más emotiva, mucho más hiperactiva y frenética, mucho más centrada en torno a los prisioneros. En ese sentido, hoy seguimos viviendo las consecuencias de las opciones políticas que se tomaron en su día", señala Loader.
"Las víctimas se están convirtiendo en figuras públicas ejemplares, y mucho de lo que se ha hecho en política de justicia criminal se ha hecho muy explícitamente en nombre de ellos", reflexiona. "Muchas son cosas perfectamente legítimas, como darles información o intentar que el sistema les devuelva la confianza, pero a menudo toma una forma muy particular que parece negar todo derecho a los delincuentes. En Reino Unido se está dando por sentado que la víctima sólo puede ganar si a los delincuentes se les hace sufrir y se les priva de sus derechos", asegura Loader.
Los tabloides denuncian que el problema con Jon Venables es que nunca debió salir en libertad provisional dada la atrocidad de su crimen. Pero Maggie Atkinson, responsable de la Comisión para la Infancia, defendió ayer todo lo contrario en una entrevista en el diario The Times: "En la mayoría de los países de Europa occidental se trata de forma muy diferente a los jóvenes criminales. Sus sistemas son más terapéuticos, más basados en la familia y la comunidad, mucho más basados en la reparación que en simplemente encerrar al niño". Y defendió que la edad mínima para juzgar a un niño debería ser elevada de los actuales 10 años a 12. En su opinión, Jon Venables y Robert Thompson "no tenían que haber sido juzgados en un tribunal de adultos porque aún eran unos niños".