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domingo, 20 de diciembre de 2009

Canción de cuna para el niño caníbal


16-05-2004


Todo niño es caníbal por naturaleza. Para él todos los sentidos están primigeniamente unidos y para saciar su curiosidad y apreciar en toda la naturaleza de los elementos con los que se topa debe asimilarlos con todos sus sentidos. Es así que por sus ojos, por sus manos y por su boca pasan todos los objetos a los que tiene acceso. Es normal que un niño que gatee se lleve a la boca sus juguetes, la tierra, las rocas, los insectos porque es la mejor forma de apropiación que posee, es así que la necesidad de probar a sus congéneres es latente aunque no siempre realizable. Morder dedos probando su primer diente o morder a sus compañeros en el jardín de infancia es una breve salida para esa necesidad.

Pero el hecho quizás va más allá, si el canibalismo significa alimentarse del otro, más allá que el simple hecho de comer carne humana, el bebé lactante aferrado al pecho de su madre está canibalizándola. Se está alimentando a través de ella, o más exactamente se está alimentado de ella. Ese contacto íntimo, esa atrocidad cotidiana, para el bebé es natural.

Pero llega un momento en que el pequeño caníbal entra a la sociedad. La sociedad que le enseña que alimentarse de los otros, a no ser por necesidad, está mal visto; que la carne humana no se come, que un ser racional no se alimenta de otro ser racional.

¿Cómo se da ese proceso de aprendizaje, esa íntima enseñanza de la moral y la dieta?

Nosotros nos criamos con cuentos de hadas, hermosos y dulces cuentos donde sabíamos quién era el bueno, quien era el malo. Donde aprendíamos que hacer caso al bien tiene premio y no hacerlo tiene castigo.

Hasta nuestros días llegan esos cuentos que por docenas de generaciones y cientos de culturas se han transmitido oralmente como el cuento de antes de acostarse o la narración para entretener y asustar. Claro que el día de hoy estos cuentos han pasado por tantas bocas y por tantos hombres que han llegado deformados, y en un afán de protegernos han perdido sus enseñanzas y se han convertido dulces anécdotas de bondad y final feliz.

Los hermanos Grimm, por ejemplo, tomaron los cuentos publicados antaño e investidos en los protectores de la niñez desbrozaron de maldad, horror y crueldad los relatos que los niños escuchaban aterrorizados pero encantados. Cuentos de hadas y ogros, y muchas veces cuentos de canibalismo.

El cuento original de la Bella Durmiente por ejemplo llegó a nosotros en versión resumida que finalizaba cuando el apuesto príncipe besa a la hermosa durmiente la cual despierta.

En el cuento que Charles Perrault nos cedió muchos años atrás, este era sólo el inicio del cuento. La bella durmiente tiene con el príncipe dos hijos: Aurora y Día y los tiene a ocultas de los padres de él porque ambos son ogros. Un día, su padre ya muerto y él convertido en rey sale del reino, su madre decide comerse a sus propios nietos y así le dice al mayordomo:

- Mañana para la cena quiero comerme a la pequeña Aurora.
- ¡Ay! señora, dijo el mayordomo.

- ¡Lo quiero!, dijo la reina (y lo dijo en un tono de ogresa que desea comer carne fresca), y deseo comérmela con salsa -Robert.

O cuando el ogro de pulgarcito descubre en su casa a los siete niños que su mujer ha ocultado:

Sacó a los niños de debajo de la cama, uno tras otro. Los pobres se arrodillaron pidiéndole misericordia; pero estaban ante el más cruel de los ogros quien, lejos de sentir piedad, los devoraba ya con los ojos y decía a su mujer que se convertirían en sabrosos bocados cuando ella les hiciera una buena salsa. Fue a coger un enorme cuchillo y mientras se acercaba a los infelices niños, lo afilaba en una piedra que llevaba en la mano izquierda.


Y deseos similares tiene el ogro de Jack y las habichuelas y la bruja de Hansel y Gretel y otros personajes de la literatura infantil.

Pero quizás el cuento más importante que llegó hasta nosotros mil veces repetido, es el de la Caperucita Roja y donde los hermanos Grimm le dieron un final feliz con leñador y vomitada de abuela y niña, Charles Perrault lo remata fatalmente con la frase:

Abuela, ¡qué dientes tan grandes tiene!

¡Para comerte mejor!

Y diciendo estas palabras, este lobo malo se abalanzó sobre Caperucita Roja y se la comió.

En esta última historia la moraleja es clara, él mismo indica: Aquí vemos que la adolescencia, / en especial las señoritas, /bien hechas, amables y bonitas /no deben a cualquiera oír con complacencia.

El canibalismo está mal visto, y no sólo eso sino también es castigado. Volviendo al ogro de pulgarcito, cuando este decide dejarlos pasar la noche para comérselos al día siguiente, comparten habitación con las siete hijas del ogro. Pulgarcito temiendo que este cambie de opinión en la noche reemplaza los sombreros de sus hermanos con las coronas de las niñas y cuando el ogro llega medio borracho a la habitación oscura se confunde de víctimas:
-¡Ah!, exclamó, ¡aquí están nuestros mozuelos!, trabajemos con coraje.

Diciendo estas palabras, degolló sin trepidar a sus siete hijas. Muy satisfecho después de esta expedición, volvió a acostarse junto a su mujer.

Es de esta manera que los niños horrorizados y maravillados con estas historias aprenden que el canibalismo es de salvajes, ogros y brujas y empiezan a buscar nuevas recetas para poder llegar a conocer el mundo que los rodea.

Será por eso que es común creer que las tribus indígenas, que son como niños para las culturas occidentales, tienen tradiciones caníbales (que aunque hay algunas no son en todos los casos y no como dieta cotidiana) y por eso mismo se los perdona y se los educa en la moral y la cocina cristiana, cuando quizás la verdadera naturaleza humana se encuentre allí y la alimentación del prójimo esté marcada en nuestra sangre como lo más natural que existe.



4 comentarios:

Martikka dijo...

Qué lectura tan apasionante, Mila. Ya conocía que se nos había cortado el cuento de la Bella durmiente justo cuando empezaba lo interesante, pero claro, a los 5 años, la parte interesante no les parece tanto a los adultos que explican el "cuento infantil"!

Mila dijo...

De chiquitina tuve la suerte de leer los cuentos en versión original ... la de Perrault, y en mi cabeza todavía están asociados a los grabados de Doré, por lo que deduzco que debían estar juntos los unos con los otros.
Fui una privilegiada.

Si mi memoria no me engaña el libro se llamaba como este del que pongo el enlace:
"Los cuentos de Mama Oca"

http://tinyurl.com/ygno756

Lo cuentos originales de Perrault se pueden leer por ej. aquí:

http://tinyurl.com/yznwovh

o aquí:

http://tinyurl.com/yk8ywxk

Anónimo dijo...

Bem,uma pessoa está sempre a aprender.

Mas,digo-vos,quando li o título num outro blogue,hesitei.Mas ainda bem que cá vim.

Mila dijo...

Un titulo puede ser engañoso. Y un tema que puede parecer escandaloso, cuando esta bien tratado puede enseñarnos muchas cosas.

Este articulo me gusto mucho. Nunca había leído nada sobre el canibalismo en relación a la infancia.