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domingo, 1 de noviembre de 2009

REPORTAJE: ¿VENCERÁ RAJOY?


Rajoy no puede con ella

Es su peor pesadilla. Cada día, con su actitud, le recuerda que él está en la oposición y ella gobierna. La resistencia de Esperanza Aguirre debilita al líder y desestabiliza al PP, sumido en el caos. El entorno de Rajoy le pide que acabe con ella. Él está harto, pero no logra dominarla

CARLOS E. CUÉ 01/11/2009

A Mariano Rajoy cada día le cuesta más entender lo que le pasa. Él, según explica su entorno, cree que hizo los deberes: ganó las gallegas, ganó las europeas, y contaba con tener tres años tranquilos hasta las elecciones de 2012. Pero el PP, un año y medio después de la peor crisis de la historia reciente del partido, está casi donde estaba. Dividido, con una sensación total de caos, de desgobierno. ¿Cuál es el problema? Para los marianistas, el problema se llama Esperanza Aguirre. Es ella la piedra con la que siempre tropieza Rajoy. Y algunos, los más extremistas, le piden que acabe con ella de la única manera que puede: montando una gestora en Madrid, colocando una dirección alternativa controlada por él, dirigida por Ana Mato, punto de encuentro entre el aznarismo y el marianismo.

Pero la respuesta que Aguirre está dando a quienes le han preguntado por esa posibilidad deja muy claro a qué clase de personaje político se enfrenta el líder del PP. "Que me monten una gestora si se atreven. ¿Con qué motivo? Yo les monto una cacerolada que lo de Argentina va a parecer cosa de aficionados", ha comentado con ironía la todopoderosa presidenta del PP de Madrid, que se ganó ese puesto después de arrasar a su rival, Alberto Ruiz-Gallardón, en un congreso regional en 2004 en el que él presentó precisamente al personaje clave de la semana, Manuel Cobo, su mano derecha.

Aguirre supone un auténtico tormento constante para Rajoy, cuyo carácter es antagónico al de la siempre impetuosa lideresa. Él retrasa todas las decisiones y evita siempre que puede a los periodistas. El líder no se define ni siquiera sobre los refranes que le gustan. "La fortuna es de los audaces, sí, pero hombre precavido vale por dos", ha llegado a decir para que no quede claro con cuál de esas dos ideas contradictorias se queda.

Mientras él reflexiona, ella siempre se adelanta. Habla todos los días, responde a todas las preguntas, opina de todo, se precipita, se equivoca, pide perdón -como sucedió recientemente cuando acusó a Alfredo Pérez Rubalcaba de espiar al PP- en una especie de rueda permanente que la coloca siempre en primera plana, principalmente en los medios conservadores sobre los que tiene gran ascendencia, y oscurece la labor del líder. Para él, es como un espejo maldito: cada día le recuerda que ella gobierna con su cómoda mayoría absoluta y él sigue en la oposición tras dos derrotas.

Esta situación ha llegado al extremo de que el PP de Rajoy propuso en el Congreso dotar a los maestros de la condición de autoridad, como un policía, y casi nadie se enteró. Unas semanas después, ella anunció lo mismo en la Cámara autonómica, y pese a que la iniciativa no cambiaba nada porque ya había una orden de la Fiscalía General, fue portada de todos los medios conservadores y monopolizó las tertulias.

Pero es en los momentos más difíciles cuando más daño, según analizan varios dirigentes, le hace Aguirre. Porque ella siempre va a su ritmo. En la crisis del PP de Valencia por el caso Gürtel, la que más ha preocupado al líder, porque él se ha jugado su imagen apoyando a Francisco Camps, ella también ha sido decisiva. La caída de Ricardo Costa, con los graves problemas internos que ha provocado y la total desautorización de Camps, se precipitó cuando Aguirre decidió expulsar a sus tres diputados imputados, lo que dejó en evidencia, de nuevo, a Rajoy y Camps.

Por eso, al llegar la batalla definitiva de Caja Madrid, y en medio de un cuestionamiento generalizado de la autoridad del jefe y su equipo -hasta José María Aznar ha llegado a decir que hace falta "un líder, y no varios"- el entorno de Rajoy le presiona para que haga algo con Aguirre. Ella, siempre habilidosa y audaz, ha aprovechado de nuevo la situación a su favor. La entrevista de Cobo en EL PAÍS, en la que dijo que lo que ella y su equipo estaban haciendo con la candidatura de Rodrigo Rato para presidir Caja Madrid "es de vómito", le ha servido para mantener viva una batalla que empezaba a perder. Y para demostrar, una vez más, que ella con Rajoy no se trata como una subordinada con un jefe, sino de tú a tú, de igual a igual. "No pienso tener ninguna interlocución con una dirección que no condena las palabras de Cobo, me ha llamado fascista", le ha dicho varias veces a Dolores de Cospedal, la secretaria general.

Con Rajoy habló el lunes. El enfrentamiento entre ambos ya es total, y...


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